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¿Masculinidad Hegemónica?

¿Sabían de la existencia de este concepto? Es un estereotipo, que al igual que la feminidad, impone un modo de ser o carácter al género masculino, vendria siendo lo contrario de feminidad, ya que a la mujer le impone pintarse, estar bien vestida, cuidar su aspecto personal y al hombre lo contrario: No se debe de pintar, no fijar en su vestimenta del todo, no cuidar su aspecto personal, ya que si el hombre hace lo de la mujer es considerado afeminado, y viceversa para la mujer. Volviendo a masculinidad Hegemónica se utiliza muchísimo  en la sociedad actual , y es el padre del denominado machismo, que vendría siendo lo mismo, pero en un concepto más amplio de él, ya que por este tipo de conductas inculcadas para el hombre, se tiende a ver al hombre homosexual como "menos" hombre, débil, del sexo contrario,etc. Para que esté más claro definamos exactamente este término.



La masculinidad hegemónica es la forma de masculinidad, dominante y culturalmente autorizada ,en un orden social determinado. Es decir, es lo que impone la sociedad y espera que el hombre siga esos mismos patrones, ya que si sigue otros puede menospreciarse su masculinidad. Las masculinidades hegemónicas definen formas "correctas" de ser hombre y asi mismo marcan otros estilos masculinos como inadecuados o inferiores dicho término fue propuesto por Connell  

Como concepto sociológico, la masculinidad hegemónica se deriva de la teoría de la hegemonía cultural, desarrollada por el teórico marxista Antonio Gramsci. Es decir, la masculinidad hegemónica es el rol de género, un tipo de conducta, formas de pensar y actuar que debe de tener un determinado género( hombre o mujer).



La masculinidad hegemónica ha traído consigo una menor esperanza de vida en los hombres ,que está directamente relacionada con su baja calidad de autocuidado y a una mayor predisposición para llevar a cabo conductas de riesgo. Asimismo, las construcciones rígidas o extrapoladas sobre el género implican limitaciones en las posibilidades de desarrollo de capacidades. En el mundo masculino, por ejemplo, la educación emocional se basa en el ocultamiento, negación y insensibilidad de los sentimientos ya que la vulnerabilidad se confunde con debilidad (propio del mundo femenino).



Según psicoanalista Gilmore también afirma que en sociedades con fuerte diferenciación entre sexos, el repudio de lo femenino y su dominación tienden a colocarse como valores fundamentales de la identidad sexual masculina. En la fuerte diferenciación, lo masculino y femenino se perciben como opuestos por lo que las personas mantienen sus fronteras actuando de forma radical, siendo el repudio de lo femenino su seguridad de mantenimiento de su identidad masculina.. 


Según el psicólogo Alfonso Hernández Rodríguez, sen la sociedad el varón tiene que ser el que manda, el que dirige, el que toma las decisiones, el jefe de familia, el que provee económicamente y protege, aquel que logra el éxito entendido como riqueza y poder. Esta concepción excluye no solamente a las mujeres sino a los varones que no se corresponden con éstos cánones. Esto lleva a una división social del trabajo desigual donde el varón tiene un lugar en el mundo asociada a la fuerza de trabajo y la mujer al de la reproducción.
Así, al hombre se le exige desde este modelo de masculinidad el dominio del espacio de lo público, ingresos para mantener su rol de proveedor, la creación de su propia familia y un rol activo en sexualidad. Todo ello se resume al mensaje simplista de no actuar como una mujer. 




Además, como es el más fuerte, el más inteligente, el racional "el hombre de la casa" debe asumir como propias de su masculinidad una serie de tareas que lo hacen encarar obligaciones y funciones de manera aberrante (lo mismo que sucede en la mujer: como la lleva dentro por nueve meses, la parió y puede amamantarla, es la única capacitada y llamada al cuido de la prole). Así el hombre es el llamado al sostén y mantenimiento de la familia, a asumirse únicamente como proveedor de las cuestiones materiales de la familia (obviando nutrir con otros alimentos básicos de la convivencia humana), a no manifestar preocupaciones cuando la situación socioeconómica aprieta, etc.
La masculinidad sería la manera de ser hombre, el concepto social de cómo debe ser un hombre, cuyo ideal para la cultura patriarcal sería ser competitivo, fuerte, duro, musculoso, valiente, viril, un hombre de acción, independiente, seguro de sí mismo y un triunfador,


Sin embargo, otras formas de masculinidad se generan al mismo tiempo. Por ejemplo, el producto y proceso de la cultura de los homosexuales genera una masculinidad subordinada que puede coexistir con la hegemónica para un grupo de hombres minoritario, y que, como tal, es una masculinidad marginada.

masculinidad cómplice: son los hombres que aceptan y se benefician de la primera definición, aunque no necesariamente defiendan, el “dividendo patriarcal”


Por ejemplo los  hombres que han perdido su “dividendo patriarcal”, que éstos no se adhieren por completo a las ideologías y prácticas hegemónicas, ya que, en casos, coexiste una misoginia combativa junto con la admiración de la fortaleza de las mujeres y de sus técnicas de supervivencia. 
Las consecuencias de este marcado estereotipo social se puede encontrar en la población carcelaria, donde la gran mayoría de los reclusos son varones, en las estadísticas de accidentes y en los hechos delictivos que leemos en los diarios pues los varones tendrían una mayor propensión a cometer delitos. .Esto no se debe a que la violencia o la agresividad sean algo inherente al ser varón sino a que los varones son más reticentes a consultar cuando se sienten mal y por eso suelen terminar internados cuando la situación ya es grave, a que los varones tienden más que las mujeres a exponerse a situaciones de riesgo porque eso es lo que se espera de ellos y porque son empujados socialmente a la pelea, la disputa, la demostración de fuerza física y el despliegue muscular.
El significado de Ser hombre es diferente para cada persona, situación que se explica a partir del proceso de socialización al que todos los seres humanos estamos expuestos desde la más temprana edad, ya que no es lo mismo ser hombre en Europa que en América latina, o ser un hombre rural que vivir en un ámbito urbano, y más allá de esto, no es lo mismo vivir siendo un hombre heterosexual que un hombre homosexual. Este proceso puede llevar a no disfrutar de la sexualidad y no buscar el cuidado de la salud; además de perpetuar estereotipos.


Desde su nacimiento al niño se los viste de azul, se les enseña a no quejarse, a no mostrarse vulnerables porque eso significa debilidad, a no demostrar sus sentimientos en especial la ternura, a no pedir ayuda, a ser siempre activos y no mostrar su desconocimiento, a confundir acción y agresión con virilidad, a confundir el poder, la productividad, la conquista, la hiperactividad y la penetración con masculinidad, a luchar hasta no dar más, a rendir en los deportes a expensas de la propia salud, se les indica que no deben llorar, que deben competir y ganar siempre en las peleas, sobresalir en los deportes de riesgo, exponerse a peligros sin sentir temores, entre otros.


Según la filósofa Simone de Beauvoir, desde muy pequeños a los varones se les emite poca ternura comparada la  que se les brinda a las niñas, condenandolos a la independencia, la madre les niega los besos y abrazos que se los da libremente a sus hermanas, no se los elogia por sus esfuerzos de seducción sino que se les enseña a no ser coquetos, no se los protege contra la angustia de la soledad porque "los hombres no tienen miedo" , a través de frustraciones experimentan desde muy temprano el desamparo, su destete es más brutal que el de las niñas, se le dice: un hombre no pide besos, un hombre no se mira en el espejo, un hombre no llora. Se les inculca desde muy temprano el orgullo por la trascendencia de su sexo como compensación por todas las frustraciones padecidas.


Para la sociedad la eficiencia del varón se identifica exclusivamente con el rendimiento productivo, laboral, económico, profesional o bélico, sin tener en cuenta sus reales necesidades tanto emocionales como físicas, sus sentimientos, su salud física o mental o su deseo sexual. Los varones son compelidos a tener una vida sexual frecuente y a estar siempre disponibles, como si más fuera sinónimo de mejor, con lo que la sexualidad masculina se convertiría más en un mandato social que en un placer singular.


La masculinidad tóxica es una de las formas en que el patriarcado es perjudicial para los seres humanos. Se refiere a las actitudes socialmente construidas que describen el papel del género masculino como violento, no emocional, y sexualmente agresivo. Todavía no ha aparecido un movimiento reconocido de la masculinidad y de derechos del hombre que en su mayor parte no sea antifeminista. Para ver una táctica silenciadora utilizada para desacreditar el daño del patriarcado a personas que no son hombres, vea cómo el Patriarcado también perjudica a los hombres.